El barro rojo
se diluye entre mis dedos,
mientras una larga costilla
fragua en el anverso del espejo.
De plomo y estaño,
de tierra y barro,
de carne y hueso,
de año en año.
El rojo barro de antaño,
avanza por el camino,
te vive, te ama, te moldea
y te sube, peldaño a peldaño.
El bermejo barro brota supitaño
por una brecha herida,
por la que se te va la vida
en bermellón caliente y extraño.
Emanan vapores con alma,
supina suspiros de dolor,
la vista se nubla,
la bola gira
y el cuerpo se desploma,
luego, silencio en el alma.
De cristal,
de hielo,
de metal,
de agua y de miedo;
el barro rojo te calma.
El anverso del verso©2023
Alfonso J paredes