Cargando...

Carta a Angie

Sonriente, constante amiga:
Desde inicios de año, calendaricé mentalmente una fecha: 24 de septiembre de 2018.
Me resistía a su llegada. No me ha dejado en paz durante varias noches, subiéndose sin vergüenza alguna al lomo de mis sueños. Me atormentó cuando noté por vez primera las incipientes arrugas en el espejo. Me asustó desde el rabillo del ojo al hacer cuentas y comprobar los 2190 días separándome de los dichosos treinta.
Y, sin embargo, hoy está aquí, demostrando ante el mundo una estúpida e irremediable verdad: Yo, Ana, ya soy más grande de lo que tú, Angie, jamás pudiste ser.
Me fastidia pensar en las sensaciones inexplorables a saborear a tu antojo. Todos los días encuentro un detalle, y me pregunto si tú alguna vez lo experimentaste. ¿Por qué sólo a algunas personas nos corresponde estar unas cuantas horas extras dentro de este frenesí? En cambio, me gustaría pensar que aprendiste lo que tenías que aprender en esos 24 años con 1 mes y 26 días, y he ahí la razón primordial para tu regreso al universo.
Debo confesar no sentirme de tu edad. Me sorprendo a mí misma porque te veo con mis ojos de la época, y eres sabiduría y alegría, ya tan llena de ambas cosas; no puedo hacer algo más que admirarte. El día de hoy, ante la inevitable comparación, yo no tengo la certeza de ser así.
A lo mejor y hasta tenías el mismo pedacito de caos anidando en la cabeza, pero que yo soy tan mala en ocultar. No te preocupes, lo dejo pasear en ocasiones. Se reconoce solo, regresa. Nuestros demonios, con un pequeño empujoncito, se habrían llevado bien. Y ese hecho, esa duda descarnada de si estabas conciliada con todo y todos, me hace instintivamente recordar que te arrebataron, carcomiéndome y dándome un coraje morado en cada parte del cuerpo. Viendo el destello de tus arcoiris en las personas a las que tocaste, sobra mencionar su injusticia.

Pero así no tengo ánimos de tenerte en mi memoria. Tampoco sería justo reducirte a tus últimos instantes. Tu vida es magnífica como para sólo considerar dicha particularidad. Desde mis 20 años, te siento ansiosa por concretar tu voluntad inmensa en tus locas y hermosas ideas, y me emociono muchísimo. Estoy segura que hablé por las dos cuando,  el día de mi graduación de la universidad, mi padre me preguntó: “¿Y ahora? ¿Qué sigue?”. Yo, simplemente, le contesté: “El mundo”.

Que todo lo que yo logre sea en tu amor.

Otras obras de Ana Karen Rodarte Sánchez...



Top