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Hoy, 25 de noviembre de 2018, cumples 9 veces 10.
Cumples 9 veces 10, pero hay varios mundos de recuerdos más allá de ese pequeñito periodo de tiempo.
Algunos de estos los compartes conmigo.
Por ejemplo, recuerdo tus 7 veces 10 –qué vieja me he puesto, ¿no? – . Cierro los ojos y escucho de fondo la televisión, el barullo de maquinaria. Estoy tomando los restos fríos de tu café con leche; mi reflejo en el fondo del tarro de peltre. Mis piernas colgando de tu silla. Tú, como siempre, en las faenas. Con la luz del día, acarreando el nixtamal. Al caer el sol, con las puertas apenas abiertas, haciendo las cuentas. Soy feliz y estoy en el molino. Me gusta verte y distraerme con el timbre de tu risa.

Ahora es domingo. Domingo de barbacoa o Pollo Loco, no hay de otra. Luis y yo sabemos que hemos llegado a tu casa, porque en el camino hacia tu puerta ya podemos escuchar las bocinas desbordadas con tus canciones compañeras. Estás visitando a Doña Teresita, como acostumbras hacer, y yo me siento segura en las cuatro paredes que me rodean. Cuando regresas, se manifiestan el tamborileo de tus dedos al compás de la música, la voz afinada y la mirada en otros años.

También recuerdo tus 8 veces 10. Es un día de descanso. Mi tía Norma y Adriana han ido al centro. Sentadas en el borde de tu cama, decido preguntarte sobre mi abuelo, y tú completa te iluminas. Me cuentas de los bailes a los que asistías, haciendo memoria de una ciudad que yo ya no pude conocer, de la que ahora formo parte gracias a ti. Bebo lo que alcanzo a vislumbrar de cómo era Florencio; quiero comprender. Te quiero un poco más por tenerme esa confianza y apertura y cariño que palpo en tu historia.

Supongamos que es un día de puente. Voy a visitarte junto con mis padres porque sólo vengo por el fin de semana a mi Tampico, y tengo muchas ganas de estar a tu lado. Todo parece normal: estás viendo las telenovelas, platicas con mi mamá y conmigo, y mi papá te lee la noticia que más le llamó la atención en el iPad. Hago un comentario sobre lo que te menciona mi papá. Ambos voltean a verme al mismo tiempo, y contengo la respiración; sus ojos, su boca, su nariz, su cabello... ¡son realmente parecidos! Reproducciones fieles, con años y experiencias distintos. Me quedo callada, guardando el sobresalto hasta llegar a casa. Le cuento a mi mamá enseguida.

Esos son de mis preferidos y más apreciados recuerdos.
Existe otro mundo, en donde están los que apenas construimos. En ese, mi recuerdo favorito, tuyo y mío, ya es este, abuela, porque aquí te demuestro el enorme abrazo que le brindo a todo aquello que eres, y el impacto de amor que has tenido en mi vida.

Te adoro.

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