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La Pesadilla Maravillosa

Manos inquisitorias,
hoy no huyan.
Les aseguro que vengo
en son de guerra
conmigo mismo.
¿Cuál sentido en transmitirlo
si ajenas serán
a mis vacías batallas?
 
Mirada furtiva,
hoy clávate en
ausencias
complementarias.
No pido entendimiento;
más bien
ruego
una mera compañía.
 
Ya llevo dos cigarros, y para que el cierre del telón
verdaderamente
brille con mundanidad,
requiero
una presencia
afable,
rota.
¿Distracciones, dices?
Aquí está mi voz,
oscurecedora.
Fantasma
de mis posibles presentes,
no la olvides; hoy, sólo por hoy,      quédate.

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