qué incómodo el sonido perpetuo de los grillos lamentándose en la noche eterna y calurosa de un diciembre cualquiera
Hay algo ahí En la esquina de tu mirada En esa media sonrisa Que no se termina de formar En la frase no tan casual
Duele tu ausencia, Mi soledad escondida En el deseo de tu piel Duele saberte lejos, Entre otros brazos,
Ya no más Ya no juegan al fútbol los niños en la calle Curiales Las risas se ahogan en el vértice del tiempo
Quiero beber del licor febril de tu ser Quiero devorar el manjar prohibido
Un paso más y el abismo Una caída eterna al despertar de mis sentidos
Es acaso posible Convivir con este impulso reprimid… Con estas ganas apagadas a la fuerza Se puede acaso dejar de desear
Lo puedo tocar al cuerpo diáfano de las horas irrecuperables y de los momentos por siempre en el ayer encallados
En este mundo inerte Gris y mundano El mero recuerdo de tu tacto Me envía una tierra de etérea dich… En este mundo injusto
Me pregunto Si en algún mundo alterno El espacio y el tiempo Fueron benignos Si sentí tus labios
Quiero embriagarme con el sabor áspero de tus besos impacientes que hoy no son más que una foto en sepia
Es un suplicio como una sed inextinguible en el desierto árido y vasto sin tener al alcance el oasis de tus labios
Ya no soy Estoy despojada Como los árboles De sus ramas Después del vendaval
Vos y yo somos cómplices De una noche impronunciable Casi inexistente Como un sueño difuso Que mágicamente compartimos
mi muso ignorante el numen profano de esta alma mendiga que implora sosiego a cambio de versos ignotos