qué incómodo
el sonido perpetuo
de los grillos lamentándose
en la noche eterna y calurosa
de un diciembre cualquiera
qué incómodo
el recuerdo impreciso
de tu rostro abandonado
en otra vida mía
que algunos le llaman pasado
qué incómodo
el aire espeso
de otro verano vulgar
entre pensamientos que nadan
sobre el límite difuso de la fantasía