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Amor Sideral

Sus bragas colgaban en el tendal
al calor de un sol, que ante su presencia
tan blanca de pureza y de inocencia,
se le antojó un amor terrenal.
 
Cada amanecer, el rey sideral
le mandaba unos rayos de avenencia,
y capturaba con ellos, la esencia
de aquel cálido aroma genital.
 
Y así, día tras día, al despuntar la aurora
ella le ofrecía su prenda interior
para consumar amor tan dichoso.
 
Hasta que anheló, el astro superior
las cualidades que el hombre atesora,
no conoce el cielo amor más hermoso.
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