Desvelo
Las horas lentas del desvelo,
café y tabaco para ahuyentar
los minutos. Contrarremedios.
Dolor de cabeza y yo sin paracetamol.
Decido escribir este poema
en compañía del silencio, cercano
a una bombilla de sesenta vatios.
La libreta sobre el regazo, hace años
que me deshice del escritorio
para poner un altar, después
sin despedirme me alejé de Buda,
y ahora queda la butaca
sobre la que estoy sentado, viendo
pasar el tiempo, sin más.
