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El Poeta #2

Yo, en mi condición de trastornado, también
dependiente económicamente y por veces
iracundo, albergo necesidad de obstinación
en la forma y en el contenido del equilibrio,
no guardo un manual que implique la norma,
de todo aplico al poema una condición
subterránea de malformidad sobrecogida,
¿en qué tiempos recogeré la fruta madura?,
cuando ahora estoy plantando el árbol
y no me muevo de mi lugar de inquietud,
tan alto para los que bucean en lo palpable
que no tengo antojo de curiosear en sus tropiezos.
 
Voz de silencio, silenciada o silenciosa,
en todo caso escribo para el último poema,
ay si los poetas no persiguieran ratones
cuanto más ganarían en solidaridad
con sus paisajes, barcos que se hunden, coches
sin motor en el patio de las evocaciones,
que asustan con sus oscuras clarividencias.
En el vagón de cola me encuentro, ajustando
el ritmo de la poesía, de toda la poesía
al orden que impongo desde la emoción
desequilibrada que sustenta la balanza,
de la cosecha limpia de ganga como
un refinamiento de esencias.
 
Alguna vez en el separador de rincones
me hago la pregunta si esta isla virgen
será descubierta o por el contrario (como
ya han hecho) seguirán rechazando
los plataneros y los adoquines. No es
demasiado importante la reunión de solapas,
queda siempre el latido, el inmenso latido
removiendo las arenas de un desierto
fertilizado con el contrabando de la incisión,
de la desnudez que no limita al poeta
a una estantería, a un ojeo.
 
Si el viaje por las venas del poema,
canciones de madrugada, no retorna
a la fuente de donde mana la sangre,
entonces, es vano adivinar su trayecto,
de los cremosos pasteles es buena cuenta
refugiarse, déjame salar tus heridas con el mar
que llevo aprisionado en el cuarto
atiborrado de desenfreno e imprevistas
soluciones, tempestades que no abrazan
las tuberías de condicionamiento, poeta
de lunares esparcidos en un cuerpo animado
a reconstruirse una y otra vez,
mostrando sus imperfecciones al claro sol
que disputa charcos, aguardiente, bosques
de pericia con el cuchillo, ven,
ven conmigo a la locura.
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