El Poeta #3
En el huracán de brillos tanteo
las preguntas que se responden solas,
no es un concierto para delincuentes
de la precisión, alguna vez
en lo indescifrable se encuentra lo más
redentor de la miopía que mira de lejos
su oro transparente. Hube de confrontar
el silencio, ese íntimo amigo que patea
las noches envueltas en desgarro,
con la piramidal degollación del ímpetu,
gracia de enamorados.
Atiendo, a otras pausas con el
desenfreno del clavo y me revuelco
en piscinas de garrapatas de ahínco,
no sé deslumbrar las paredes que se pintan
con cemento, aún en la cercana nostalgia
de unos párpados que se abren a tus puestas.
Es referir la soledad del poeta,
enclaustrado en un camarote sin escotilla,
manifiesta dudas de reconciliación
con las antropófagas causas y remienda
en un saco roto la textura del viento,
perfumándose con balanzas que pocas veces
equilibraron una duda.
Ahora, desencajado de toda cuerda que ate
mis torrentes huyo a la semilla donde
se motiva el fuego, con matices de agónica
pristinidad y aspavientos sacados a caño
de agua sucia, es franquear una puerta de
olvido escribir hacia el comienzo de la
cuesta abajo, tantos moratones de caerme.
Una nube de gris plateado arrima
las fronteras y pasa el rayo por la aguja,
es determinar una razón que vuela,
o minusvalorarla con tenedor y cuchillo,
una sopa o un filete quemado.
Sangran las bisagras de tus cristales
mientras quebrantamos otra ley tirando
la tarta a la basura, el aniversario
de la tortuga carece de interés. A quien
sabe mirar, los noctámbulos sonidos de la
carencia le parecen un irremediable imán
que atrae hacia sí todos los azares de
la resta, sumo poemas en la torrencial
oposición al quejido, de los grillos en verano,
hago muescas en mi cansada caña de pescar
retuerzos. Suelto un poco las riendas,
dejo ir a los caballos, no hay una pregunta
que no se conteste a sí misma en este
baile de máscaras, donde el más perdido
se encuentra en el resorte que salta
y atrapa con lastimera propaganda de incubación.
