Si en las alturas fuese un sabio, de otra forma hablaríamos mas ni sé que soy, bueno, nada, yo ando en las bajadas, donde los diabletes juegan a masturbarse, y eso que yo, de eso ya paso, ya me pasó el tren del onanismo, no me siento agusto proporcionándome placer, y es que no es placer. Dios mío ven en mi auxilio. Te tengo abandonado yo que por tí fui llamado por la dama poesía, quizás ese se sea tu plan.
Dadme ese pan, aunque sea duro. Y el hueso para nada, mi frustración, mi terrible frustración, pero las fuerzas las tengo de momento, no sé yo, más adelante puede que sea más fuerte aún, eso de los años, o que me debilite en carcomida soledad.
Noches de arena bullen en silencio de ninfas disfrazadas de muchachas reales y en un nido de pájaros de corales de un huevo nació mi hueso, era hermoso como yo lo había imaginado pero el viento puro huracanado se llevó las vanas ilusiones.
Noches de arena bullen en silencio, como gatos que se mesan el pelo y perros que se lavan a mordisquitos, ya no aguanto más estos gritos, dadme un hueso por favor, dadme un hueso por favor.
Retumba en mis oídos, pero si atiendo bien a lo que dice mi corazón aún no conozco quien merezca ser dicho hueso, y ya son treinta, vida pública, y si en otra parte dije que yo miraba mucho lo que escribía y ahora no, esto no es del todo cierto, solo vale para algunos, muy pocos poemas, soy impulsivo solo que hubo una época en la que quise ser un gran poeta, en vez de lo que soy un hombre-rana que no llega ni a la centésima parte del camino, y ahora en ello estoy, y hablando de publicar, lo intenté varias veces no muchas, tres, y bueno no me quejo, todo mal, como siempre, y lo reflejo.
Sé que no soy raro, soy normal, solo un poco extravagante y no fijo bien las ideas pero es mi forma de escribir, ayúdame Señor, que solito y desamparado estoy, con nueces de cuatro vientos e hilos de siete gramos, tú todo lo entiendes aunque no tengo sentido aquí en la tierra, hazme perecer, hazme perecer, hazme perecer, donde voy a estar mejor que en la fosa aunque por mis méritos no contemple la Nueva Jerusalén y acá en la tierra no haya encontrado hueso, pernicioso banquete de idólatras terrenales que buscan un lugar en el cielo, a mí donde me quieras poner, me da igual, que no sea por falta de humildad, de la sana, de la, ay soy el más humilde y lo digo de verdad, quiero ser el último de todos pero no para ser el primero entonces querría ser el primero. Con Dios.