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Espadas Y Fuego

Le dije, tengo una navaja que me encontré,
y claro se la tuve que mostrar.
Sus ojos de niño la vieron como
algo precioso, un objeto de reverencia,
sin el sustrato de maldad que
encierra el arma.
Y cortó un palo y se divirtió y
de cuando en cuando me la pedía
para seguir jugando.
Me pidió el mechero, no se lo supe
negar, nunca antes había cogido
alguno, la primera tarde no lo consiguió
encender, el segundo día lo prendió
y su santidad quemó una hoja seca.
Preferido o celebrado por...
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