El Viaje #3
Viajar no es conocer lugares, es perderse
en el autoconocimiento del propio yo,
es una voz que grita desde los cercados
de la lejanía, que la acerquen, que la
acerquen a la seguridad flexible del
paladar. Oh criaturas especulativas
por conocer superficies cuando aún no
tenéis medida de vuestro rango, en
que batalla, en que guerra lo habéis ganado
cuando no es especular con tal o cual
lugar, sino adentrarse en el bosque
nocturno de brujas y fantasmas.
No vas a necesitar la crema solar, la
oscuridad acecha en cada uno de los
recovecos, en el mismo principio sobre el
que se asienta la noche, la noctambulidad,
y no existe un pensamiento capaz de
desatarse sus cordones, ahora aflójalos,
aprétalos pero no te quedes esperando
las playas de finas arenas, los grandiosos
monumentos.
El viaje comienza en nosotros y llega a
su fin en nosotros, a que llevar cámaras
digitales si los recuerdos más duraderos
son aquellos que se olvidan o permanecen
imborrables sin un marcador de huellas.
Si nos tomásemos un tiempo para satisfacer
lo necesario de lo que tomamos por cierto,
la inmensa mayoría no podría desencajarse
de un estado de alienación, el mercado
está podrido y subyuga los vuelos
libertarios, porque todo tiene traza de DVD
familiar, no hay lucha sin sangre y nadie
quiere herirse, porque duele.
