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Casi podría decirte...

Casi podría decirte
devorada por la angustia
me asomo
a la vieja cueva prohibida
donde habitan
—libres y crueles—
mis monstruos, mis fantasmas,
los antiguos dioses
que me reservan un castigo inevitable.
 
Apenas un momento
los observo
y sus voces dispersas
se unen
llamándome con su canto de sirenas.
 
Entre lágrimas
cumplo con el rito silencioso
—madre—
y vuelvo de nuevo
a cerrar esa puerta.

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