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Diamante.

Era un diamante que reinaba en las orillas de los mares más azules que existían.
De la nada un joven marinero con apariencia bizarra me tomo con sus manos empolladas. Me olió y toco cada parte de mi. Me reviso detalladamente se dio cuenta que en una parte de mi estaba quebrada, así que me acaricio me pulió me canto y rimo, me hizo tan suya guardándome en su bolsillo especial de un buso ancho y manchado de salsa de tomate que había intercambiado por tabaco, peces y otras cosas más.
Amaba el mar el estar sola. Pero cuando el me tomo y beso sentí que pertenecía a ese hombre con olor a olas de mar, que hacia juego con sus ojos, y que brillábamos cada vez que pasábamos frente a frente.
El viento era nuestra paz en su bote estrello y apuntó de desarmarse era nuestra casita no importaba si no era un castillo con servidumbre... Solo importaba que era  real que resplandecía como mi brillo como un faro en medio de la noche .
El antes de dormir me decía.
Demasiado demasiado después de un Te amo. Pero... Esta historia no tiene un final como espera la audiencia romántica y llena de ilusión sobre el amor piensa.
Un día amanecí herida y no solo por una parte si no por todo el centro de mi ser. Ya no brillo, deje que ser la más hermosa luz y solo quedó una pequeña luz parecida aún vieja luciérnaga.
Se llevó todo, ese joven se llevo todo. No se dónde esta y porque me arrebató bruscamente mi calma. Pero así fue.
Ahora estoy sola, con frio y sin nadie que busque un diamante sin brillo.

Otras obras de Diriam Patino Rivera...



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