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La vanidad

Ella se esforzaba por verse hermosa, se miraba más de 10 veces antes de salir. Arreglando su cabello o delineando con su dedo el labial.
Se burlaba de las chicas que no usaban tacones o que no tenían bolsos tan costoso
Salía y coqueteaba hasta con su sombra, con el reflejo del charco de agua por donde caminaba, con la vitrina de tortas que estaba en su izquierda, con el espejo de la moto que tenía a su derecha.
Caminaba como si estuviese en un desfile, se sentaba cruzando su pierna descubierta cada que pasaba un hombre o una chica.
Sacaba un espejo de su bolso y coqueteaba a consigo misma.

Los chicos la adoraban las chicas la enviaban ella así lo pensaba.
Pero algo sorprendente paso esa tarde, mientras sonreía y con picardía disimulaba lo bien que se sentía, provocando.
Un chico camino por su lado, olvidó coquetear, olvidó cruzar su pierna, hasta olvidó verse en el espejo. Quedó cautivaba por aquel hombre, que no le puso atención en lo más mínimo.
Pauso por un momento todo lo que normalmente hacia para ligar a un hombre y solo lo siguió a una cafetería que no estaba tan lejos de su puesto habitual.
Se sentó al frente del chico, imagino lo delicado que sería si le hiciera el amor, o lo tierno que sería al besarla, su olor que llegaba hasta su mesa, sus caricias.
Ella se decía que ningún hombre había podido causar algo tan impactante en ella.
No quería coquetearle, le quería preguntar si había cenado, si tenía frío para abrazarlo, si tenía calor para ayudarle con su abrigo, si quería café para que ella misma le prepara uno.
El tenía su teléfono en la mano y escribía y escribía, ¿A quien putas le escribe?
Se decía, los celos la envidian. Ella no sabía que era ese sentimiento de rabia que tenía, pero nosotros si.
Tendrá una perrita como novia, o una mojigata no creo que más hermosa que yo, eso merece el, una leona una diva. Eso es lo importante, cautivar. ¿Estaba equivocada?
Pronto lo sabría.
La mesera se le acercó pidiendo la orden, ella le sonrió y le dijo que lo mismo que pidió el chico de chaqueta café. La mesera se marchó y ella siguió observándolo, tiernamente, traumada, despechada a la vez.
Un hombre como el, ni la miraba me brindara, ¿Pero por qué, siempre he tenido el hombre que he querido o la mujer que he querido? No lo entiendo.
Una mujer tan segura de si misma, se rendía a un hombre que no conocía, que solo dramatizaba y creaba historias patéticas sobre el.
Y así quedaría, como una historia patética,  como un drama. Ese que ella nunca hizo pero que si estaba presente, cuando sus pretendientes le rogaban por una salida, como a cine también a moteles.
Mientras ella revoloteando se dio cuenta que una mujer beso al chico, una mujer que no tenía mucho labial, que no cruzaba su pierna y que no se observaba más de 2 minutos en el espejo, lo tiene. Ella sabe como el hace el amor, de qué sabor son sus besos, y que se siente ser amada sinceramente no por tu físico tal vez por su personalidad.
Pero es fea y ordinaria se decía, yo lo merezco no ella.
Pero el es feliz, mira como la mira, no sé a dando cuenta de mi presencia.
Nunca volteó a mirarme, nunca noto mis piernas. ¿Abra algo mejor que esto?
La mira a del chico a su novia le respondió la pregunta.

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