Poesía japonesa
El amor no es solo estar con el ot… Solo al decir “adiós” podemos valo… Permíteme tenerte una vez más, te… “Las oportunidades son como los am… soy un alma que se va desvistiendo…
Voy a ponerte caliente sé que tengo ese poder sobre ti escúchame cuando te digo que tienes suerte de tenerme, mi madre me dijo que Dios me ha he…
La esperanza es el sol. Es la luz. Es la pasión. Es la fuerza fundamental para la floración de la vida.
Espero tu llamada mil días sentada con veinte teléfonos esperando que suene alguno. Mis piernas dormidas
PARÍS Notre Dame, París, ciudad de la l… donde me besaste por primera vez, mis ojos quedaron clavados en los… bucee en tu mirada, vi el amor
Creo en nuevas oportunidades, en e… Creo en mi, con mis errores, mis d… Creo que puedo amarme ya, que es t… Creo en los ataques de risa y llan… Creo en el arte de besar el cuello…
Cansancio infinito en un cuerpo destrozado por tanto, sufrimiento. Con el paso lento, muda va avanzando por tu cuerpo,
Arrancarme la piel a tiras sentirme morir día a día no distinguir el alba del crepúscu… dentelladas en el corazón las venas largas saliendo sangre a…
Estoy en la cama pensando en todo lo que estamos pasando los comercios arruinados trabajadores parados. Las mascarillas están de moda
Qué sabrás tú niño de la emoción de alzar el puño de la sensación de unidad del corazón latiendo a toda veloci… ¿qué sabrás tú niño de la lucha?
Los pies descalzos andando por las nubes las aves vuelan. Van piando tristemente una canción,
Flor del cerezo los pétalos flotando. Nada el pez rojo. Mujer con flores del valle de las rosas.
La niña andaba entre la nieve con un vestido rosa, destacaba en aquella blancura, un hombre que estaba en el bosque intentando cazar al oso que mataba sus ovejas, la vio y le pregunto: ...
Miro tu parpadeo bajo las alas del… deja un rastro brillante en mi mir… lágrimas en las arrugas desgarrada… Iré rompiendo cada minuto que muer… dentro de esas horas blancas.
Hay pecados que son una delicia tan exquisita que no hay confesiones ni sacerdotes que puedan perdonar. Una vela roja recorre mi pecho