POESÍA JAPONESA
Se oyó un taconeo en el silencio de la iglesia, una mujer avanzaba hacia los primeros bancos, llegó al primero, se arrodilló, agacho la cabeza, no se oía nada, pero sus labios se veían ...
Estoy andando por el filo de una p… siento no aguantar más mentiras nunca pensé que no pudiera querert… que lo que tanto duele me alejo de… Pensé que te amaría, a pesar del d…
Devuélveme el poema que te di dame la ilusión que me quitaste disfrutaba besándote ahora solo quiero olvidarte. ¿Cómo podías hacerme el amor como…
Nostalgia de la vida nace de las flores de la muerte, asfixia de los sentimientos entre pulmones muertos. Entre el límite de la vida
PARÍS Notre Dame, París, ciudad de la l… donde me besaste por primera vez, mis ojos quedaron clavados en los… bucee en tu mirada, vi el amor
Aunque la vida nos rompa unas vendas de besos quizás una escayola en el alma nos deje nuevos. Deja que te diga que no hay que pe…
SENSACIONES. Serena brisa eres como la mar sabor a sal tus besos. Aroma a brea
Muerte roja encaje de existencia, hacedora del ser. Ella hiló mi alma con bordados de vida
Recuerdos vienen a mi, del agua fría de esa playa turquesa, donde los besos eran como la arena, infinitos. Cuando llegaba la luna y rozaba
Noche de luna su cuerpo se movía silencioso en aquel bosque el corsé le ceñía la cintura y aumentaba su pecho
Oyó ruidos y se sobresaltó, quito voz a la televisión y puso más atención, volvió a oír ruidos, salto del sofá y fue hacía la puerta, comprobó que estaba bien cerrada, se asomó con cuid...
Llovieron palabras de sangre y fue… sobre mi piel dolorida tenían razón nunca tuve suerte con mis amantes Mis pies bailan sobre el agua que…
La luz de mi futuro se está apagan… Por mi pensamiento inmaduro perdí… Con el veneno de mi ambición, afil… Pero a causa de mi incontrolable a… Lo sé todo,
Mis piernas pisan fuerte en el calor del verano calles solitarias donde los tacones resuenan. Dentro de la falda muslos firmes
Hay pecados que son una delicia tan exquisita que no hay confesiones ni sacerdotes que puedan perdonar. Una vela roja recorre mi pecho