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NI AMOR, NI AMISTAD, SOLO SEXO

—O me voy de vacaciones o me va a dar algo,
mi cerebro está caliente, mi cuerpo está caliente, toda yo estoy caliente, lo que necesitas es un buen polvo, una buena salida, llevas meses sin ir a ningún sitio–, miré a mi amiga de mala hostia, estoy agotada.
Me animó a salir esa noche y no sé como acepté, una discoteca con buena música, venga anímate me dije a mi misma, estaba a tope, mi amiga había cogido un palco, pero me apetecía estar en medio de la gente bailando, me dejé llevar por la música, sinceramente estaba agradecida de haber ido, de pronto sentí un empujón, abrí los ojos y me quedé con la mente en blanco, el hombre más guapo que jamás había visto se estaba disculpando mientras me miraba de arriba a abajo, sentí que me ponía roja y me dio mucha rabia, –deja que te invite, por favor– y sin saber como dije que si, quizás porque aquellos vaqueros apretando sus muslos, el pelo negro, ojos verdes y una boca de infarto me pusieron a mil.
Él no me quitaba ojo, pidió una copa para mí, yo miraba su boca, se acercó, nos quedamos a milímetros de nuestras bocas, nuestros alientos se unieron y no pude evitarlo, lo besé, yo, la según mi amiga reprimida, besé a un desconocido, él me respondió, el beso se hizo más intenso, me cogió por la cintura y me apresó contra su cuerpo, madre mía que cintura tan pequeña, que preciosa eres, me susurró, nos fuimos para la pista, allí seguimos besándonos, tocándonos, ¿quieres venir a mi casa? Mire esa cara maravillosamente esculpida y dije: si, claro que sí... continuará
Estábamos que no podíamos del deseo, besos en el ascensor, en el pasillo, abrió la puerta de su piso y no llegamos al dormitorio en el sofá nos quedamos, que sexi era, me volvía loca, su boca tan sensual recorría mi cuerpo entero, su lengua lamía el lóbulo de mi oreja, me fue abriendo las piernas despacito, su boca no dejaba de besarme, su lengua lamía la mía, mezclando saliva, podía escuchar su respiración agitada, sentir la calidez de su piel, se me escapo un jadeo al contemplar su cuerpo en todo su esplendor, todo se volvió fuerte, intenso atrevido, un rato después exhaustos y con una enorme sonrisa, caíamos sudorosos.
Me llamo Carlos y ¿tú? María.
Nunca he conocido a alguien como tú, eres sensual, preciosa, linda, me excita solo mirarte, gemí al ver su mirada oscurecida por el deseo de nuevo, lo que me hacía sentir era delicioso...

Un rayo de sol entró por la ventana, me vestí corriendo, lo siento Carlos, me tengo que ir, me pidió el teléfono, quería volver a verme. –María, me encantas, pero no quiero compromisos, soy claro, pero me gustaría tener una relación sexual contigo, sin ataduras ¿cómo lo ves? Lo pensé y me dije ¿por qué no? Llevaba muchísimo tiempo sola. Si, le dije, me parece genial, no quiero pareja ni enamorarme, me gusta la idea... continuará.

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