No puedo arrancarte de mí, me matan los recuerdos, estoy tan rota que llevo una máscara para que no me vean.
Estoy asustada, muerta por dentro, ¿cómo voy a tener una relación más profunda? Lo he notado distinto, me ha acariciado con ternura, sé que empiezo a gustarle, ojalá sea cierto lo que me dijo: –no quiero ninguna relación de amor–.

Estoy regando mi alma, esperando que nazca una pequeña flor, que me llene de vida,
él me está dando fuerza para olvidar lo que pasó, pero aún lo quiero, nunca podré tener otra relación.
Eso pensaba, pero también recordaba los besos dulces y apasionados de Carlos, piensa: mi vida es como un castillo de arena, un aguacero se la puede llevar, pero este hombre puede ser el paraguas que todo lo contenga.

Pensar en él la hace sentir mejor, sus brazos envolviéndola la hacen temblar y sentir segura.
Por la noche me viene tu recuerdo y tu sonrisa, el aroma de tu piel, tu aliento y el anhelo de hacerme tuya, pienso que tienes un trozo mío.
Pero el resto está tan hundido en arenas movedizas que es imposible sacarlo.

Viernes, yo le espero con unas medias, un culotte, un vestido negro ceñido y la melena rubia por la cintura suelta. Te espero anhelante de esos besos tuyos, he estado congelada toda la semana, espero que me calientes hasta el alma.
Dios, ya no sé ni lo que quiero, tengo que olvidar todo, los relojes se pararon entonces y el tiempo no pasa.
Él llegó con un ramo de flores, ella no lo miró, solo se lanzó a él, lo beso de manera perversa, mordiendo sus labios, lamiendo su lengua, le quitó el jersey, él reacciono con una erección, se pegó a ella y la desnudó, la llevo en brazos a la cama.
esa noche los dos quedaron marcados, bocados rosas que se convertían en morados, los dos perdieron la cabeza y el sexo fue salvaje, en la cara de ella, había una lágrima. Continuara...