Poesía japonesa
Miré como metías los pies en la frescura del río Darro. Me guiñaste y sonreí, el cielo resplandecía
Tomo té mirando la ventana, mientras la rutina me mata. No hay nada peor que ver que desde que te marchaste el mundo viaja,
Amor Amor desde la sombra desde el dolor amor
En la arena, lamiéndonos el mar la piel, sentí tus ganas revolcándose en mi cuerpo. Mis piernas te envolvían
Caminando por las calles tuve un déjá vu, sentí que había estado allí. Mis pasos resuenan en el empedrado,
Mis uñas se clavaron en tus muslos de nácar haciendo surcos en ellos, mis manos subieron por las piernas… hasta tocar tu pubis sedoso.
¡Cómo te echo de menos! Duele no verte más, dicen que mañana es otro día, pero los días se me escurren entre las lágrimas.
Tienes miedo de salir al escenario, sufres cada vez que cantas. Vuelas y vuelas con las malditas pastillas,
Amar es sentir la vida florecer en los latidos de tus sienes. Amar es consumirse en el ardor del fuego
Llueve en la noche bajo el soportal besos, las bocas ávidas buscan la piel desnuda en el rincón oscuro.
Siento que mi corazón es naturaleza pura, noto que me vuelvo nube, mar, río de lava, barro, árbol, desierto,
Adrenalina pura me sube por todo el cuerpo con este riesgo de hacer el amor en cualquier lugar que pillamos.
El fuego lamía mi cuerpo, surgía desde el mismo infierno. Mis labios escalaron
Quizás sea que en tu limpia mirada y en ancestrales cantos se halle oculta, la salud de mi alma.
Que te siento en el hueco de mi clavícula y muero. Que mi mano hace una constelación con tu ombligo de centro.