Poesía japonesa
Desvirgamos el amanecer entre sábanas desgarradas, que estúpida fui, creí que podría cambiarte y no sabía que el infierno
Me das un morreo de despedida que me deja tiritando todo el día, pienso, que no falten tus besos. Cuándo llegas por la noche
¡Cómo te echo de menos! Duele no verte más, dicen que mañana es otro día, pero los días se me escurren entre las lágrimas.
El lirio blanco aromando el camino. Cerca mí casa. En la ventana las orquídeas blancas.
El tren me trae, la soledad dorada, hilando mí alma. Aquel otoño bordé en aquel pañuelo,
No supe retenerte en mi pequeño mundo tú querías fotografías, yo, quería amor del bueno. Ahora sé que debí
Mejor que te calles, no quiero oír tus mentiras, tú no tienes educación, no tienes perdón. Me decías mi amor,
Miro mi luna desde la cristalera, entra su rayo, ilumina mi piel de suave seda.
Abro los ojos siento el calor de tu cuerpo, me apoyo en la almohada y contemplo el mapa de tu cuerpo. Una oleada de ternura me envuelve
El pulso se acelera late el corazón como loco, creo morir cada vez que te miro. Influjo del amor y el delirio que en mí provocas,
La felicidad será estar contigo. No sé cuándo. Será en el momento ideal... y será
Mis ilusiones se hicieron polvo en… nada dura para siempre, a veces parece que he vivido un espejismo. Tus palabras se desdibujan
El fuego lamía mi cuerpo, surgía desde el mismo infierno. Mis labios escalaron
Enamorarse es fácil, te quedas enganchada de él sin darte cuenta. Empiezas a sentir que quieres en tu
Hoy, no sé porqué la tristeza está mordiendo mi carne blanca, la muerde, la mastica y la escupe como