LA HERMANA
#EscritoresEspañoles Francisco Villaespesa
Y su voz se esparció, como un arom… de eternidad: —Cuando mañana, muer… córtame de raíz la cabellera..., ¡no quiero que la tierra se la com… Y como último don de mis cuidados
¡Qué suavidad, qué suavidad de ras… qué acariciar de plumas en el vien… en terciopelos se apagó mi paso y en remansos de seda el pensamien… Todo impreciso es como en un cuent…
Con ternuras de madre y piedades d… me ofreciste un oasis de paz en es… por eso al alejarse la errante car… tu recuerdo en el fondo del corazó… y con él las tristezas de su otoño…
Tardes de Paz... Monotonía de lluvia en las vidrieras... Se extingue el humo gris del día..… ¿En dónde están mis primaveras? La lluvia es una fantasía,
El alba iluminó la vidriera, y a su luz angustiosa y azulada, yerto, sobre el blancor de la almo… Se destacaba su perfil de cera. Abrió los ojos, y la vida entera
Llamaron quedo, muy quedo a las puertas de la casa. —¿Será algún sueño? —le dije— que viene a alegrar tu alma? —¡Quizás! Contestó riendo.
Al saber la verdad de tu perjurio loco de celos, penetré en tu cuart… Dormías inocente como un ángel, con los rubios cabellos destrenzad… enlazadas las manos sobre el pecho
De la tarde de octubre bajo la luz… en la fuente de mármol que el arra… diluyen los cipreses su esmeralda… y la arcada del fondo su tristeza… Rosales y naranjos... Mustio el j…
Jardín blanco de luna, misterioso jardín a toda indagación cerrado, ¿qué palabra fragante ha perfumado de jazmines la paz de tu reposo? Es un desgranamiento prodigioso
Quedó en mis manos un jirón de enc… te escapaste de mí como una sombra… mas al huir, se te enredó el ropaj… y rodaste de espaldas por la alfom… Te curvé bajo el yugo de mis brazo…
Asómate al balcón; cesa en tus bro… y la tristeza de la tarde siente. El sol, al expirar en Occidente, de rojo tiñe las vecinas lomas. El jardín nos regala sus aromas;
Bajo el sopor canicular se enerva la calle tortuosa de misterio, donde, amarilla y fláccida, la yer… crece como en un viejo cementerio. El sol ciega... Las puertas entor…
De la vida me lanzo en el combate sin que me selle filiación alguna, y atrás no he de volver, hasta que… a mi triunfante carro la Fortuna! Contra mis enemigos, terco y rudo,
Ante la Virgen que adorabas tanto rezaba con tan ciega idolatría, que entre mis labios la oración mo… estrangulada por mi propio llanto. La imagen, impasible a mi quebrant…
En el dulce silencio campesino, y en copas de cristal, el labio be… la frescura del alba, como un vino de rosas rojas conservado en nieve… La geórgica blancura de un molino