Querida: Qué bien nadas, sin nada que te vista, en las aguas heladas del cálculo egoísta.
Acata la hermosura y ríndete, corazón duro. Acata la verdad y endurécete
Navegar, navegar. Ir es encontrar. Todo ha nacido a ver. Todo está por llegar.
Háblame de las calles y de la nochería submarina, que mece allá abajo su cielo. Y el firmamento aquel
Qué bien barres mis sueños, cabeza de bruja, cabeza de escoba. ¿Andas arriba o abajo? Levantas polvo, levantas bronca. Buscas debajo de la cama
El vio pasar por ella sus fantasma… Ella se estremeció de ver en él su… Él no quería perseguir sus fantasm… Ella quería creer en sus fantasmas… Montó en ella, corrió tras sus fan…
Una paloma al volar su dorado pico abría; todos dicen que me hablaba, pero yo no le entendía. Dame las alas, paloma,
La luz final hará ganado lo perdido. La luz que va guardando las ruinas del olvido. La luz con su rebaño
Se oye una lengua muerta: paraké. Un portazo en la noche: para qué. Tienes razón: para qué. Hay diferencias de temperatura y sopla un leve para qué.
Qué difícil es coordinar una mano como una aureola de santo en la cabeza y otra en un plano perpendicular
La muerte lleva el mundo a su moli… Aspas de sol entre los nubarrones hacían el campo insólito, presagiaban el fin del mundo. Giraban margaritas
El sol estalla: se derrumba a refrescarse en tu alegría. Revientan olas de tu pecho. Yo me baño en tu risa.
¡Qué extraño es lo mismo! Descubrir lo mismo. Llegar a lo mismo. ¡Cielos de lo mismo! Perderse en lo mismo.
¡Qué bien se hace contigo, vida mí… Muchas mujeres lo hacen bien pero ninguna como tú. La Sulamita, en la gloria, se asoma a verte hacerlo.
Si te hundiera en una tina, vería el volumen que desplazas. Si te colgara de un pie, hasta qué punto eres un bulto. Estoy perplejo porque eres.