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Mustafa;él y ella (1)

Sentado sobre el gastado banco del Arcano Maydan,esperaba Mustafa.
Él no tiene nada que ver con esta historia,él es solo el protagonista.

Y es que Mustafa, es así como te lo imaginas, barba tupida gris, cejas gruesas grises y una chilaba heredada de sus abuelos a franjas verticales;gris oscuro y gris claro.
Mustafa roncaba lo que cinco bulldog no podrían roncar ni en sus mejores borracheras, sostenía una composición caótica de ritmos con la nariz, con la boca, con la garganta e incluso con los ojos.
Despertó de su siesta sempiterna y para erigirse sólo debía deslizar sus piernas hacia abajo a la izquierda y su torso hacia arriba y a la derecha.
Pero Mustafa espero, mientras trabajaban las hormigas, revolotean las palomas, chiflan los cuervos, los gatos se estiran y los perros deambulan.
Y ella, que frisaba los 40, y que dormía menos que una ballena apareció con los pómulos rosados, la comisura de los labios arrugada y la sonrisa tatuada.
Lo miró, lo miró fijamente y lo miró de nuevo, sonrió y se largó a paso ligero, asustando a las palomas que volvían al monumento de Ibs Yunus.
Pero Mustafa, que aunque estaba más ciego que un murciélago, podía oír hasta el paso de sus sombras, no podía ver la imagen que tenía enfrente.
Destapó su alfombra-cobija, la colocó en el suelo polvoriento y se arrodilló mirando hacia la alquibla.
Él, feo, orate, sucio, perdido y desprolijo, ella triste, loca, mendiga y maloliente.
Él, más solo que el uno, ella a la izquierda del cero, pero sabían que juntos podrían ser un diez.

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