41 Te quedas vacía. Te quedas a solas. Te quedas. Y en un suspiro ya no estás. Mil despertares no son suficientes. Sigues ausente de ti misma... y de los demás. Pero tu latencia nunca ha ebullido más en los adentros. Nunca has procesado una emoción a mayor velocidad. Quietud aparente ante el espejo. Tu sabes como está el magma por dentro. No le temes. Solo separas el cielo lo suficiente para que no se resquebraje la cápsula. Y a volar...

42 Nuestros cuerpos son parajes hermosos a los que cuidar. Todos los mimos son pocos. Una posesión bestial, por apasionada que sea, reposa sobre riscos finalizantes. De lo bello a lo sublime hay un camino de admiración, sobrecogimiento e incluso horror. La única opción viable pasa por no ceder ante lo que no tiene vuelta atrás.

43 Y es este no ceder lo que puede tomar más empeño y ser más infructuoso, cuando las ruinas son hermosas y los atardeceres hipnotizan. Cuando lo grabado en las entrañas te pide continuar.

44 William Blake fue intenso, creativo, rompedor. Inició una ruta y la concluyó en sí mismo. Generó su propia iconografía y mitología. Exploró la abstracción y pudo hacer aforismos en forma de poesía. Y rotó sobre sí mismo en un misticismo nuevo, iconoclasta, blasfemo, inquisitivo. Con el suficiente tino como para llegar a ser nombrado Santo por un grupo religioso.

45 Simplemente le cito (a Blake), en las últimas palabras de una de sus obras: “This Angel, who is now become a Devil, is my particular friend; we often read the Bible together in its infernal or diabolical sense, which the world shall have if they behave well. I have also the bible of Hell, which the world shall have whether they will or no”. Para un creyente, tener la voluntad de conocer por encima de los límites impuestos por su fe y ser capaz de ser amigo del enemigo, darle crédito y descansar esperanzas en él... Me parece un paso importante a dar. Respeto.

46 Germán Talaván alguna vez escribió: “El abismo es un amplio sendero por desandar”. La condición de abismal está unida a la sensación de riesgo de precipitarte, al peligro vital. Y es que aún estando este abismo inscrito en un sendero amplio, el equilibrio perdido hace difícil el maniobrar. Desandar lo recorrido, hacerlo en equilibrio y con éxito es una forma nueva de absorber aprendizaje y ejecutar, en un solo movimiento. Y te puede tomar una vida. El riesgo del abismo lo veo más en el tener que desandar que en el tamaño percibido del sendero. Porque el estado emocional vinculado al recorrido ya hecho, interfiere con lo que podría ser un juego de riel para quién tenga la entereza necesaria y sepa como caminar. Lo que está detrás es nuestra cualificación de que está bien y que está mal. Por qué camino avanzar y cuál desandar.

47 Abismo es miedo, es vértigo, es desequilibrio, es sopesar. Es aventura y emoción. Es excitación máxima. Un abismo es sublime. Y es descorazonador. Porque tienes en juego aquello que valoras, aquello que interesa, lo que quieres mantener o lo que quieres conseguir. No todos somos igual de aficionados a los abismos. No todos podemos equilibrarnos bien ante su imposición. ¿A mí? Ciertamente no me gustan. Soy conservadora.

48 Otra persona es “buena” o “mala” a nuestros ojos según su posicionamiento relativo ante nuestros deseos. Excepto contadas excepciones. Convertir a alguien en “malo” o “bueno” es el primer paso para justificar nuestras acciones futuras sobre esa persona ante nosotros mismos. Ponernos en la piel del otro es más inteligente y maduro, cara a evitar conflictos innecesarios. Lo que aún no tengo aprendido es el paso final. Ponerme finalmente de nuevo en mi propia piel, y tomar medidas para apoyarme, porque la diferencia inicial existe y me tengo que preservar. En eso estoy.

49 Y no he podido evitar vincular lo intuitivo y lo estético de la exploración del bien y del mal en nuestras mentes, con la necesidad de calcular trayectorias vitales, lo sublime del romanticismo en la pintura (Füssli), en la escritura, aunque Blake es difícil de clasificar y a Coppola con su versión de los demonios sobre mujeres... Es un abrebocas...

50... alejándome de mis propios abismos, acercándome a un paraje más bello y menos sublime, me encuentro más en paz. Pero me queda claro que revisar que está bien y que está mal puede servir de vara estabilizadora para esos períodos de la vida en los que inevitablemente no puedes mirar más que estrictamente cuál es el próximo paso que puedes dar.