Evanescente
“Los suspiros son aire y van al aire. Las lágrimas son agua y van al mar. Dime, mujer, cuando el amor se olvida ¿Sabes tu adónde va?” G. A. Becquer.
El que era el amor más querido por mi corazón
entre mis dedos, como agua clara, se escurre...
De mis labios, el aliento, apenas dibuja ya sus señales;
en mi pecho, los latidos, con otros cantos se acompasan,
mis despertares, con otros anhelos me acarician,
por mis desfiles, son otros los héroes que pasan.
Y mis ojos me dicen, “se ha desvanecido aquel amor”;
sin su rastro mi alma llora, no sé dónde iré...
Rota, rota, rota, rota...
Gota a gota, el desconsuelo, ha quebrado el cristal...
Ya no hay lágrimas en mis mejillas,
Mis ojos vuelven a brillar...
La sensatez recobrada ilumina mi vacío
que es ahora un nido acogedor donde estar...
Pero ahora deambulo, sin una ruta, ni una luz,
sin el sueño de un beso dulce,
ni de una caricia en mi mejilla.
Sin la entrega absoluta que por el habría brillado...
Con resignación, porque lo inalcanzable
que me rodeaba se ha difuminado.
Con la derrota por haber perdido
lo más dulce y sensible que había acunado...
Así estoy, agotada, pero en mi refugio...
Ya tu nombre es también el de otros hombres,
Ya tu voz es tan lejana como los susurros del mar.
Y es que querer es un sueño evanescente...
ligero y desplazando a todo lo demás...
Dejar ir un amor surge de sabiduría ancestral
que no gobiernas ni controlas
pero sabe hacer por ti lo que necesitas y más...
Cuando amas sin remedio todo brilla diferente.
La fragilidad de lo más valioso, dolorosa y profunda,
es bendita brisa para renovar lo que no podía vivir ya.
Quizás sea el único remedio a la imposibilidad
de mantener los equilibrios inauditos.
Y mis horas ya no son vanas,
Y vuelvo a escuchar mis sonrisas, despreocupadas y aladas,
Y aunque he recobrado la cordura,
¡Como la cambiaría por tu ternura!
Por todo lo que nunca sospeché
podría sentir, más ya no está...
Espero renacer de este final...
The one who was the dearest love for my heart
between my fingers, like clear water, slips away...
From my lips, the breath, barely draws its signs;
in my chest, the beats, with other songs are rhythmic,
my awakenings caress me with other yearnings.
For my parades, other heroes pass by.
And my eyes tell me, “that love has vanished”;
without his trace my soul cries, I don’t know where I’ll go...
Broken, broken, broken, broken...
Drop by drop, grief has broken the glass...
There are no more tears on my cheeks,
my eyes shine again...
Regained sanity illuminates my emptiness
which is now a cozy nest to be in...
But now I wander, without a route, without a light,
without the dream of a sweet kiss,
nor a caress on my cheek.
Without the absolute dedication that would have shone for him...
With resignation, because the unattainable around me has faded.
With the defeat for having lost the sweetest
and most sensitive thing I have ever cradled...
That’s how I am, exhausted, but in my refuge...
Now your name is also that of other men,
Now your voice is as far away as the whispers of the sea.
And it is that wanting is an evanescent dream...
light and displacing everything else...
Letting go of a love arises from ancient wisdom
that you do not rule or control
but knows how to do for you what you need and more...
When you love hopelessly, everything shines differently.
The fragility of the most valuable, painful and profound,
is a blessed breeze to renew what could not live anymore.
Perhaps it is the only remedy to the impossibility
to maintain unheard-of balances.
And my hours are no longer in vain,
And I hear my smiles again, carefree and winged,
And although I have regained my sanity,
¡How would I change it for your tenderness!
For everything I never suspected I could feel, but it’s gone...
I hope to be reborn from this end...
