Soy como la cuna que una mano mece
“Tengo cien noches para olvidarte. Si lo piensas bien, no son muchas para alguien que se hubiera quedado para siempre” Patricia Benito
"...Todo era para siempre..." Germán Talaván
Soy el horizonte que tus ojos entretejen,
soy velero que tus suspiros grises impulsan, mueven,
soy gemido triste, brotando del dolor de tus entrañas,
soy la humedad de esas lágrimas, cayendo sobre arena áspera y clara.
En lugar escondido, mis sueños, refugio de escombros,
dibujan la tristeza y el desapego del que fuera tu amor,
ahora cautivo, expuesto, insolado, sediento e inquieto,
bajo el sol del irredento vendaval de una esperanza que dijo adiós.
Se desdibuja la deseada orilla de las pieles inermes
y soy como la cuna que una mano extraña mece,
me muevo a un compás desconocido mientras se apuran mis latidos,
intentando descifrar el sentido de tus suspiros.
Y ya no estoy, ni tú estás, es todo un entramado hueco que habla de la soledad.
Del no poder intentarlo ni tan sólo una vez más.
Mientras voy y vuelvo en círculos y espirales, todo se adormece.
En la cuna oscilante pasan los instantes y lo que no es ya, se desvanece,
dejando una estela oscura y débil.
Se va acercando al “nunca” lo que antes era un “para siempre”.
Deberes taller Verlaine
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