Un burgués pequeño, pequeño
Pequeña burguesía;
apostrofaban los intelectuales marxistas.
Si es así, yo llevo una vida de pequeño burgués.
Paladeo todos los intereses de clase del burgo.
Estimo las mínimas inquietudes existenciales
de una familia pequeño burguesa.
Suspiro por las recompensas livianas.
Por qué no habría de ser burgués
si mi rol social incumbe a ese status.
Piénsese en el ascenso de la burguesía francesa.
Fue una recia avanzada histórica y política,
era el sujeto histórico del gran cambio social;
un levantamiento ciclónico contra el orden imperante.
Sentados los burgueses en la gradas de la izquierda
en la Asamblea Nacional, conformaron el liberalismo.
Ruptura con la vieja clase dominante sentada a la derecha;
abatidos los privilegiados estados del clero y la nobleza.
Luego, habiendo modelado igualdad, libertad y progreso,
los ruidos de la revolución se silenciaron y aburguesaron.
Habitante de la urbanidad actual,
la paz del hogar burgués me satisface.
Hombre casado, de iglesia dominical.
Minimalismo, rutina, decoro, sutileza.
Somnoliento pasar de los días tibios
consintiendo una existencia monótona.
Ambiciones triviales de la burguesía;
contentamiento exiguo, micro conforte.
Me siento complacido al acomodar así mi vida.
Pero no hay mediocridad en mi solidaridad densa con el otro.
Acaso por gratificado olvidaré la angustia humana: No!
(El título está tomado de la tragicómica película italiana,
“Un borghese piccolo, piccolo” de Mario Monicelli, 1977.
El personaje principal fue interpretado por Alberto Sordi).
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