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Cuando en mis venas férvidas ardía
la fiera juventud, en mis canciones
el tormentoso afán de las pasiones
con dolorosas lágrimas vertía.
 
Hoy a ti las dedico, Esposa mía,
cuando el amor más libre de ilusiones
inflama nuestros puros corazones
y sereno y de paz me luce el día.
 
Así perdido en turbulentos mares
mísero navegante al cielo implora,
cuando le aqueja la tormenta grave;
 
y del naufragio libre, en los altares
consagra fiel a la Deidad que adora
las húmedas reliquias de su nave.

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