Llueve como llueven deshauciados sobre el asfalto de las jaulas ciudades, como llueven presos

Tengo el corazón de mil años, De piedra, desvencijado, Erosionado por la arena, En ruinas por el uso, malogrado. Los mil inviernos en el alma,

Malditos burgueses, que nos rociáis el dorso de aceite hirviendo y os parece de mal grado denunciar el resultado.

Los americanos primero, Los españoles, también. Los italianos primero Como israelíes y saudíes. Las autopistas, primero.

¿Por qué habría de elegir Entre la noche y el día? Si por la mañana hay Racimos de sonrisas Y besos de rocío,

Nos ganan la guerra Los objetos, La ropa, Los libros,

_ Bailas sobre ti, Giras y giras En el centro del espacio

Con sangre en los pies, Barro en las mejillas, Un hijo en los brazos Y frío hasta en el alma, Said camina.

Leves como chispeantes átomos Bailando en el dedo de Dios, Como la espuma efervescente De la séptima ola, Sin rémoras ni lastres,

Ya no quedaba ni el eco del eco del eco de la última palabra

Azulejos rotos, Yesos varios, Un bidé destrozado, El cuerpo redondo De una muñeca.

Ya llegan... Con sus cantos de sirenas, El sable de ruido marchito, Sus marchas militares, Con el odio y el veneno

El tiempo vuela Y sobre él he cabalgado Como una quinta plaga. No he obviado pecado En las siete Capitales,

Cuando dormías, sin saberlo, con tu peor enemigo, a quien entregaste tu alma, el tiempo, tu energía, tus sueños. Cuando cuidabas a sus hijos

Trajes de Armani, Gafas de Gucci, IPad, Rolex, Señuelos, señales De una mejor vida.