Canción para acompañar: Jorge Drexler, Guitarra y vos.
Incluso del apego al nirvana hay que liberarse.
Buda
Viejo amargo y desahuciado, ¿Qué mal hiciste a tu hija, Que en mis carnes se ha vengado? Anciana señora que rehuiste Las batallas de tu ahijado,
¿Por qué habría de elegir Entre la noche y el día? Si por la mañana hay Racimos de sonrisas Y besos de rocío,
Las calles vacías gritan tu nombre… Me vuelvo, y encuentro tu rostro d… En el silencioso vuelo de las aves… Unos suspiros pasean por las calle… saltando entre una neblina tóxica…
No quiero romper tu soledad quebra… Mis dedos te dibujan en el aire, porque guardan tu cuerpo en su mem… Abrazo una almohada que no se te p… y ciertas fotos exhalan lágrimas n…
Malditos burgueses, que nos rociáis el dorso de aceite hirviendo y os parece de mal grado denunciar el resultado.
Tengo el corazón de mil años, De piedra, desvencijado, Erosionado por la arena, En ruinas por el uso, malogrado. Los mil inviernos en el alma,
Cuando dormías, sin saberlo, con tu peor enemigo, a quien entregaste tu alma, el tiempo, tu energía, tus sueños. Cuando cuidabas a sus hijos
Nos acostumbramos A la injusticia A la ignominia A las mentiras A la traición
La verdad, cruda, Sin colorantes Ni conservantes, Sin aditivos, Sin cocinar
Nos follábamos con la mirada, buscando algún camino en dirección contraria por la Vía Láctea, como dos autoestopistas
Con sangre en los pies, Barro en las mejillas, Un hijo en los brazos Y frío hasta en el alma, Said camina.
La semilla aguarda, oculta, su momento. Es su ligereza lo que lleva lejos a una pluma.
Ya no quedaba ni el eco del eco del eco de la última palabra
Me encantan Las niñas que se ríen Las mujeres que se ríen Las abuelas que se ríen. Ellos también.
A ningún niño del mundo Le gusta que le peinen. Es así, comprobadlo. Que le roben su identidad, Su aspecto desaliñado,