Tengo que confesarte, Eleanor
que siempre fui malo en el amor
tú enciendes en mi ese calor
que es semejante al del albor.
Meditando bajo aquel arbol
me mira a lo lejos el halcón
y susurra cercano un ratón:
platónico sentido del amor.
Es natural poder sentir tanto
de este lenguaje no hablado
la inercia hace su trabajo
mientras ruedo montaña abajo.
Con el fuego de mi pecho ardo
era volcán dormido y ya no
te admiro en un basto llano,
solo dios podría ser el autor.