Excalibur
Parte de la obra "MAOA-L, Poesía de los desafines de un corazón criminal"
Acérquense, niños y grandes. Les contaré una bella historia. Pero será aburrido si comienzo por el principio, mejor de una vez les digo: Alguien, en esta historia, murió:
Eran dos los salvajes, imponentes como elefantes.
Discutiendo, gruñendo por afanes diferentes.
Uno por convicción, otro por redención.
Uno valiente, y el otro un poco bufón.
Uno será el líder de la manada, pero el otro representaba la nada.
Combatientes, próximos al día de solsticio,
tomaron sus armas e hicieron un sitio.
Lanza y cuchillo, individuo y batalla.
Uno, natural, protegía a su familia.
Otro, comprensible, reprimía su fama.
Nadie, por más hechicero, sabría en que terminaría,
y el polvo levantado no ayudaba a la trama.
El padre, al fin, clavó un cuchillo en la frente,
su hijo, conmovido, cayó inconsciente.
Desde entonces no hubo ni luz, ni gloria. Ni esfinges, ni tumbas, honor o cualquier cosa. Los cadáveres se trituraban y se pisoteaban cual rota ley. Ya no había paz, pues el arbitrario asesino, se complacía de la miseria y de la pena.
No se pongan tristes, esto tiene una lección escondida en las entrañas de las letras, de mi voz y de la intención: si realmente quieres algo que dependa de alguien, ayúdale. Ayúdate.
Piaciuto o affrontato da...
