LOS LINGOTES DEL SILENCIO
Cada vez que quiero tirar el culo al monte
una patada del destino me vuelve al camino.
Cada vez que quiero ahogar un grito
el sonido trepida desde las entrañas y no resisto.
Es la maquinea forma de desolarme
es la manera más atroz del desencanto.
Se que nadie estará en ningún lugar para consolarme
ni estoy en busca de nadie que seque mi llanto.
A mi abierta resignación de llegar solo al puerto
no culpo a la migraña de María ni a los calzones de Alberta,
ha sido el zigzag del paso del soldado que yo mismo he abierto,
mi acostumbrada vivencia de vivir en psicosis y en alerta.
Ya no soy el niño que juega a las canicas
mi tiempo de sueños termino en los amaneceres,
en caminos de sol donde abanicas
el calor húmedo y el delirio de las mujeres.
El entorno hostil del universo ausente de figuras femeninas
se diluye en eternos juegos de luces serpenteantes
que las voraces lunas rojas engullen como hostias cristalinas
halagadas por el coro de coralinas amantes.
El diseño del tiempo donde retocas los lingotes del silencio
muros imaginarios de obeliscos para aprisionar
al gusano multicolor del pensamiento crítico que sentencio
y dejó ahogar entre las aguas pútridas callando su tronar.
Mi deuda mísera con la vida que pagar no he podido
a pesar de haber vivido tantas aventuras de coloquio.
Si solo hubiera tenido la fortuna de haber huido
de los mil besos de tu amor que fueron tu vil obsequio.
Jamás intente acortar la distancia entre mi tierra y tu mar
Por ello rezongaste; me negué a seguir tus feromonas
y echaste fuego en tus huesos para borrar mis besos de tu paladar
tal vez tu cosecha solo sean los adioses como limosnas.
Ya estoy siendo llevado por el viento
donde moran las hojas que caen de los árboles.
Tengo aguijoneada la piel y los cuchillos no siento
será porque en el entorno hay tanto bemoles.
La ciudad es un barullo de comedias
de truhanes y delincuentes que tiran la piedra y esconden la mano.
El silencio de la muerte nos arropa a medias
a espera que nos juzgue por nuestros amores el arcano.
