Párteme el corazón
No espero nada de tu avinagrado corazón
el aullido de tus lamentos por tus sueños
han quedado colgados en el silencio del firmamento
y morirán sin el resuello de la compasión.
Tu boca fría como el hielo ártico
besé en fatal despedida.
El mundo no tuvo piedad de mi
me quiso hacer sentir el dolor
lacerante de tu partida.
No eres mas que el rictus del veneno
de una orquídea de selva
que se jacta de su belleza virginal
ósculo de madriguera otoñal.
Desnuda sin la sal de las riberas
tus manos mueren en los frontispicios
de los sórdidos fantasmas
que pululan tus inhabitables corpus.
Te dije. Párteme el corazón
no me tengas piedad
sin ti la vida es menos que guijarro
me matará igual la soledad
Intenté huir tras los sollozos.
Seguí tus pasos apresurados
como campanas de pueblo
buscaron la estantería de mi enojo.
Yazco plantado en la mitad de la nada.
Oteo desde mi privilegiada
y entumecida mirada el sol poniente
y las barcas que van al desaguadero.
No espero nada de tu avinagrado corazón
el aullido de tus lamentos por tus sueños
han quedado colgados en el silencio del firmamento
y morirán sin el resuello de la compasión.
A mi llegará la brisa, la suave brisa,
el canto otoñal de los pájaros vagamundos
los limos de los ríos serpenteosos
y las moribundas luces de las estrellas.
Tardía la noche me abrazará solidaria
en un abrazo extenuante de vorágine
para adentrarme en sus aposentos sacrosantos
donde mora el esquivo mundo del olvido.
