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EL MILLONARIO Y HANMEDI

Un millonario del lejano Oriente encontró a un hombre de mediana edad que decía ser pobre y miserable. El mismo se decía, no debe haber ser humano más pobre que yo. Estaba lamentándose y plañendo pidiendo limosna cuando paso un hombre rico. Al verlo se compadeció de él y pidió a uno de sus secretarios que se acercaran y le preguntaran de dónde era. El hombre dijo ser de una aldea de las estribaciones de Ketar, un pueblo nómada pero muy rico en palmeras. El hombre dijo llamarse Hammedi Terak Asin. Luego dijo el hombre millonario que lo acercaran ante él.

¿Hanmedi, dices ser pobre y miserable? Si mi señor no me he alimentado en varios días. La gente es muy dura apenas me dan unas cuántas monedas que no me alcanzan para una vianda de alimentos.

Hanmedi, dijo el millonario. Si has logrado vivir hasta ahora es porque has sido enriquecido y tu fortuna ningún rico la podría pagar. No te entiendo mi señor, dijo Hannedi ¿millonario yo? Desde el día que nací hasta el día de mi muerte seguramente solo conoceré la pobreza.

Hanmedi dijo el millonario, eso ha sido porque no le has dado valor a la fortuna que te ha dado tu creador. Señor dijo Hamdi, contradiciendo, nunca herede bienes de mis padres, ellos eran al igual que yo y como toda la descendencia de ellos, personas muy pobres.

Hanmedi ¿Cuántos años tienes?, pregunto el hombre rico. Hanmedi, contestó.– estoy próximo a cumplir 50 años en la próxima luna llena– Mírate, dijo el hombre rico, a pesar de tu pobreza, que dices tener, no padeces ninguna enfermedad visible y puedes moverte libremente. Si no fuera por tu apariencia pasarías por alguien de mi corte. Hanmedi asintió con la cabeza en un gesto de humildad y se pasó las manos por el rostro curtido por el sol y la arena del desierto.

Hanmedi luego dijo. Señor tú lo dices desde tu privilegiado encumbramiento. Solo mírate las finas túnicas que vistes y que visten los que te acompañan. Nunca podría estar a tus pies a de no ser de escabel y eso sería menos humillante que la pobreza que me ha perseguido. Si solo pudieras darme unas cuantas monedas para poder calmar mi sed y el hambre de mis entrañas sería muy agradecido.

El hombre rico al escuchar esto ordenó a uno de sus adláteres que le trajesen un poco de agua y vino y unos cuantos panes untados con mantequilla de leche de cabra. Te acompañaré a comer dijo por esta ocasión porque desvelaré el misterio de tu pobreza y luego coincidirás conmigo que nunca realmente has sido pobre.

Escucha dijo el hombre rico. Desde antes que nacemos ya nos es dado una gran fortuna en los cielos. Cuando nuestra madre nos alumbra y recibimos el soplo de vida nos entregan nuestra primera bolsa de monedas de oro. Mientras estas en el vientre tu fortuna es administraba por tu tutora, la que llega a ser tu madre. Cuando cortan tu cordón umbilical eres libre y soberano de todo lo que se te da, incluyendo el tesoro del tiempo, que no puede ser comprado por ningún metal precioso, ni cedido, ni canjeado, porque a ese tesoro solo tu y el creador tienen acceso. Ese va a ser tu legado que te será dado en días de vida de tu existencia. Cómo dices tener 50 años has vivido aproximadamente 18.250 días. Tú existencia ha sido 430 mil horas y 26 millones 280 mil minutos ¿Crees realmente que has sido un hombre pobre?

Hanmedi lo escuchaba atentamente mientras se servía los panes untados con mantequilla de leche de cabra y bebía pequeños sorbos de vino. Pauso unos momentos su alimento y preguntó al hombre rico ¿Cómo es que tu realmente si has podido hacer fortuna? Veo que el creador te ha dado abundantemente y puedes ser generoso y magnánimo. No es igual tu posición que la mía. Tus hombres y mujeres que te acompañan visten finas telas importadas y sus aderezos son de personas encumbradas. Yo apenas si visto estos raídos pantalones y este desvencijado camisón que alguien ha dejado botado. No comprendo cómo puedo ser igual que ti. Estoy años luces de tu posición, aunque podamos haber nacido con la misma bolsa de oro.

Hanmedi, dijo el hombre rico, es cierto lo que dices respecto a mi posición encumbrada, pero no respecto al legado de oro de mi tiempo. Yo he nacido con menos fortuna que ti. Apenas tengo 30 años y después de tres años moriré cuando se cumplan los tiempos por los que el creador me ha permitido vivir. Sin embargo, he sido feliz y seguiré siendo un hombre feliz.

Hanmedi no conocía la historia del hombre rico, su padre un hombre con mucha fortuna y dueño de muchos reinos de incalculables riquezas lo había enviado a una misión muy dura en la cual sería despojado de toda su fortuna y de sus finas y blancas túnicas para ser confundido entre delincuentes y malhechores. La caravana que estaba viendo Hanmedi, sólo lo acompañaría hasta las puertas de la próxima ciudad. Allí quedaría solo sin sus guardias ni acompañantes y estaría al igual que Hanmedi, sin una moneda de oro para su supervivencia.

Hanmedi dijo el hombre rico, mi nombre es Kuriel, que significa en idioma Tetruno, el que viene y lo deja todo, diciendo esto ordeno a sus hombres volver a ponerse en camino. Hanmedi, lo despidió agradecido por los panes y dijo, siendo así tu historia nunca más me sentiré pobre en esta vida. Que la paz y la fortuna del creador te acompañen hasta que sea tu tiempo de vida, señor.

Autor: Kleber Exkart Rubio
05-08-2023

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