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Maquila de almas

En medio de todo nosotras las mujeres
las que abrimos el alma y las piernas
para que surquen los señoritos y los fantasmas.
Las que nos gastamos el nombre
y el apellido para endulzar la boca
tiznada de ajenjo, tabaco y tequila.

Nadie sabe quien invento el termino
sonaba a alquiler, tenía un trasfondo de comercio.
Se podía ver en los grandes rótulos de las empresas
que empezaron a llegar.
Fue el tiempo en que la calle se torno un hervidero
de víboras y de gente de cuellos blancos
venían con contratos en mano
querían a todas
a la menudita, a la cara de niña
a la vieja rezongona, todas podían pacer
bajo el yugo del trabajo de la maquila.
 
Era fácil enlistarse, solo tenía
que poner su nombre sobre el papel blanco
o ir de la mano de su vecina o amiga.
La gran fabrica esperaba
se confeccionaba  sueños a la media
del cliente del mundo desarrollado.
Eran las manos calientes que hilaban
los hilos de la vida de otras vidas
estaba la efervescencia del capital
arropando la pobreza de la piel mestiza
 
En medio de todo nosotras las mujeres
las que abrimos el alma y las piernas
para que surquen los señoritos y los fantasmas.
Las que nos gastamos el nombre
y el apellido para endulzar la boca
tiznada de ajenjo, tabaco y tequila.
 
Si nosotras las desechables de la maquila
por las que nunca vieron y las dejaron
a la orilla de los caminos trenzadas en medio del lodo,
en medio del gran desierto.
 
Las que hemos ido creciendo en numero rojos
en hilachas de pelos y piel hedionda
hendida en medio del musgo variopinto.
Las que ni siquiera el gusano quiere
porque el vientre lo tiene vació de tamales
vació de chiles, solo relleno de angustia
y dolores de parto de montes
 
Allí donde se maquila el alma
de la mujer mexicana, en Juárez
salen los grandes camiones y barcos
cargados de mercancías finas
llenos de granas. Allí también van
las costillas de nuestras hermanas
los meñiques y manos de nuestras Rositas.
Van las rodillas dobladas y calzones sudorosos
De nuestras doncellas.
Si, Juárez es donde la maquila del alma
A nadie le roba la calma.

Piaciuto o affrontato da...
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