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No había otra estrella

Olías a licor barato, a perfume de meretriz
pero eras todo lo que tenía, no había otra estrella.
Y asumo que te pasaba igual o bien solo querías
volver porque te gustaba mi sexo

Sabes no fue fácil despedirme
tal vez ha sido lo mas difícil
que hecho después de amarte.
Nunca fue fácil tener tu amor
aunque los destellos de felicidad
se multiplicarán como los granos de arena.
 
Siempre fue una suerte de ruleta rusa
tus tiempos no coincidían con los míos
y estábamos jugando al gato y al ratón.
Un tiempo nos gusto toda esa melosidad
ese sabor agridulce de los reencuentros;
te llevaba flores y helados
para nuevamente convencerte.
 
Decías que ya no habría otra, que otra mas y, te irías.
Yo sabía que lo decías de los dientes para afuera
hasta que te me perdiste entre los humos de los carros.
 
Olías a licor barato, a perfume de meretriz
pero eras todo lo que tenía, no había otra estrella.
Y asumo que te pasaba igual o bien solo querías
volver porque te gustaba mi sexo
 
Llegabas sumisa como el polvo al viento
que se deja levantar de puro gusto para
echarse en los divanes de las casas
y quedarse en las rendijas de las rejillas
 
Siempre me gusto admirarte mientras te desnudabas
era tu rito nocturno emponzoñar al deseo.
Sabía que no eras mía, no te sentía mía
pero cuando te poseía viajabas en mi corcel
como si fueras una amazona del desierto.
 
Decir adiós no es lo nuestro.
No busco disfrazar la tristeza
como si fuera lo mismo que el deseo y el placer.
Lo nuestro es mas místico y existencial
es como beber agua de mar y purgarse.
 
Nunca me amaste o me amaste demasiado
o solo estabas alucinada con el soliloquio
de mis historias de ninfas y caballeros andantes,
la lupa de tus ojos me seguía donde quiera.
 
Allí donde fuera ibas como libélula.
No importaba si fuera una tarde
lluviosa o estuviera en una calle desolada
me esperabas para hacerme una escena de celos.
Ya vienes de una amante ¿Quién es ella?
gritabas como poseída. Luego de la tormenta
precedía la calma con tus piernas en arco.
 
El recuerdo puede ser cruel
y azotar tu conciencia que busca en la indiferencia
el bálsamo del olvido, pero febrilmente
te lleva de nuevo al principio y caes
a lo profundo del abismo de tu destino.
 
No quiero que mires hacía dentro de mi
no hay nada para mirar. Soy como
una estantería vacía, sin ropaje, sin brillo.
Sueño que vamos tomados de la mano
y subimos una empinada escalera
al final encontramos un gato que maúlla.
 
Imaginariamente eras mi dama de fuego
jugábamos al salto del arco
en mi desesperación anhelaba lo imposible
ir en tu sueño imaginativo y romántico.
 
La ciudad nos parecía insulsa
y buscábamos los parajes mas recónditos
donde retozarnos y alejarnos del ruido
solo para asombrarme del asombro de tus ojos.
 
Luego nos atrapaba las noches estrelladas
huíamos desnudos en la madrugada
por un café con poca azúcar. Es difícil no extrañarte
especialmente cuando viajo en bus
y no tengo donde quién recostarme.
 
El extraño ruido de las campanadas
anunciando la hora de la tertulia
horas interminables entre humo y whisky.
No hay despedida se respira hondo
agitando el diafragma para exhalar
todo el dolor acumulado de otras vidas.
 
Ya nos encontraremos en algún
lugar del infinito. Tendré otras vidas para poseerte
y quedarme contigo para siempre.
Te veré en medio de la nieve
vestida de luna azul y horizonte de plata.
 
Seguirás el rastro de mi huella de sangre
mi identidad falsa quedará enterrada.
Emergeré como la cigarra con un canto agudo
estentóreo, diverso como el claxon de un camión.
Piaciuto o affrontato da...
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