SUEÑOS ENCONTRADOS
A veces soñamos con los sueños encontrados de la heroicidad
divagando en los halos envolventes de nuestra mediocre divinidad.
Si solo somos polvo y no espíritu, si solo somos carne y no Dios
porque el destino se ha ensañado en la humanidad de manera atroz
Cuando el sol escondía su luminiscencia
y los faroles de las calles se prendían
empezaba mi trajinar sin reticencias
por esos recovecos donde las penas cabían.
Allí encontraba a las virtudes libando
enseñoreadas en su moral de doble cara
tejiendo la pañoleta con que ir limpiando
el doblez de la cicatriz malsana de la tara.
Si acaso mi paso apuraba encontraba
una niña con la virginidad empeñada.
Tenía los ojos rojizos y su mirada suministraba
la honda pena de una inocencia secuestrada.
En el laberinto de esos callejones donde los parias
caminamos a nuestras anchas, regodeando el libertinaje
de cánticos e idiotas ideas revolucionarias
dejando en jirones los trajes que aterciopelan la belleza y el linaje.
No sé qué es más desdeñoso sí que me mires
desde tu condición de guardián de los efusivos
sentimientos que no son míos y tires
monedas al pozo de los deseos más repulsivos.
A veces soñamos con los sueños encontrados de la heroicidad
divagando en los halos envolventes de nuestra mediocre divinidad.
Si solo somos polvo y no espíritu, si solo somos carne y no Dios
porque el destino se ha ensañado en la humanidad de manera atroz.
Altivos, vocingleros, desafiantes
con ojos de perro azul.
La humanidad es una sociedad de seres delirantes
que visten sus muñecas de rosado y tul.
Libidinosamente transitan en busca del elixir orgásmico
en el submundo del fentanilo, la cocaína, la heroína.
Aletargados y caprichosos dependientes del cósmico
metal de las tierras negras detestan la moral divina.
Arqueólogos de mundos distantes y disimiles
donde sus entrañas se alimentan de pólvora y fuego.
Labran la tierra para enterrar sus misiles
que libran batallas eufemísticas entre su vanidad y su ego.
