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Mujer: Tu diseño sinuoso

Pedí delinear tu silueta, pero se me impidió
dejando tu metamorfosis en manos del diseñador
de luces y laberintos que hizo varios modelos
sin que ninguno le pareciera hasta que repensó en sus sueños.

Puede que tu materia solo sea el plástico de la historia
o tengas alguna amalgama de alienígena que te eternice
o solo seas el barro fundido en el ojo
profundo del volcán que aspira a ser lava.
 
Imagino al creador dándote forma, esa exquisita forma
que debe haberla extraído de su sucinto conocimiento
de lo que se mueve como el rayo destellando luz
y cayendo en vértigo entre el cielo y la tierra.
 
Nada hay más parecido a su aliento, que tú expresión.
Robaste de sus manos su sábila mientras te moldeaba.
Ingenuo tejió con hilos de oro tu corazón para blindarlo
del duro yugo de los filibusteros de la pasión.
 
En el profundo sueño que caí
divague en las riadas de espejismos.
Me vi diseccionado por un quirúrgico divino
que hurgaba en mis costillas aparejando sales.
 
Observe como tomabas forma desde la línea
más suave hasta la más dura. Tu diseño sinuoso
se asemejaba a volcanes en erupción
a mares extendidos de confín a confín.
 
Luego emergías con un lodo rebelde
borboteando azufres y olores disecados.
Una constelación de colores te fue puesta
para que nada se pareciera a ti y fueras única.
 
Pedí delinear tu silueta, pero se me impidió
dejando tu metamorfosis en manos del diseñador
de luces y laberintos que hizo varios modelos
sin que ninguno le pareciera hasta que repensó en sus sueños.
 
Allí estabas una figura catalítica a mi intrínseco yo
persuadido desde mis huesos a compartir el éxtasis.
A ser el brujo sin retorno de todo lo creado;
cada enjundia de tu aura me pertenecía.
 
Ahora éramos un mismo envoltorio
de barro y aliento con sincretismo divino.
Teníamos partes compartidas
al fin carne de mi carne y huesos de mis huesos.
 
Cuando regrese del largo sueño
voltee a mirar y ame la ensoñación.
La suerte del mundo estaba echada
serías su musa o su depredadora.
 
El arcano te había creado ingenuamente
concibiendo un arco entre el paraíso
y el reflejo de su consciente continuidad.
Serías la figura umbilical entre el cielo y la tierra.
 
La llamada a eternizar las mariposas azules
de los ángeles y hombres que preñarán
el suelo de almíbares y estrellas en la búsqueda
de la simbiosis del amor y la felicidad.
 
Habías sido concebida mujer
para ser madre de la estirpe divina que poblarán
los cielos y la tierra. Te fue dado el vientre
como morada primigenia de todos los hombres.

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