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ACTO DE CONTRICIÓN I

Soy un hombre maldito. Yo debía
orientarme en sentido de tu huella,
Señor, seguirla fiel, errar con ella
y tras ella después plantar la mía.
 
¡Tanto pequé! Reí, mientras se abría
una llaga en tu pecho, mientras sella–
bamos la profecía de la estrella
que del cielo bajó hasta la agonía.
 
Otros siguieron firmes tus senderos,
los últimos se hicieron los primeros,
repartiendo el perdón y tus ayudas...
 
Dame tu redención, tu voz, amigo:
no soporto este peso, este castigo
de mis treinta monedas, como Judas.

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