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EL CABALLO DE FRANK MONTILLA

De niño solía ponerme a horcajadas sobre las rodillas de mi padre; y empezaba a cabalgar....

Mi padre, al ritmo de la cabalgata, con voz medio hablada/medio cantada, repetía:  «¡Frank Montilla en su caballo!»   «¡Frank Montilla en su caballo!»  «Frank Montilla en su caballo!» «¡El caballo de Frank Montilla!» «¡El caballo de Frank Montilla!»

El niño reía un mundo. Veía en sí mismo al jinete Montilla, gozoso en su cabalgar. Tal vez por eso no se molestó nunca en preguntar quién era aquel... ¿Quién era Frank Montilla? Total, a la postre, aquel era él.

Terminaba el juego cuando el niño se apiadaba del caballo de Frank, animalito cansado, animalito bueno que servía para mucho pero nunca decía nada....

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