«No es lo mismo
—decía el maestro,
a ton de chanza o sentencia,
presente la mínima ocasión–
sin César
que sin cesar»,
sentencia o chanza
sacada de libro alguno
o de invención propia.
Redonda la razón:
no hay
ni es lo mismo
de los círculos al compás
que
del compás a los círculos,
siendo como son
el hombre círculo, compás
el supremo dador.
Dios
ve la cara del hombre;
los hombres
no la cara de Dios,
inobediencia y maldad los obnubilan,
y división, entre más cosas
por pensar y escribir
interpuestas también
entre círculo trazado y trazador.
Pero Cayo Suetonio, en fin,
el fin,
al fin,
al mismo fin,
cuando César llamó
compañero a su soldado
y Octavio le llamó
soldado al compañero.