Cargando...

HIJO PRÓDIGO

—Corrí una vez al aire y me perdí en el viento.
Toqué profundos páramos y timbres sostenidos.
Pero he vuelto, Dador, y hoy heme aquí en tus brazos
recibiendo tu amor a torrentes, a ciegas...
 
¡Señálame! Tu dedo no acusa ni me quema:
empuja mi costado para que libre gire.
¡Acógeme, Hacedor, iguálame a los tuyos
y te diré del múltiple agradecer infinito!
 
¿El cielo no tembló? Todo caía en racimos.
Yo mismo rodé ciego, desolado, en pedazos...
 
¡Acorázame: lléname del néctar de tus rosas!
¡Húndeme en los abismos o a tu altura levántame!

Otras obras de Leopoldo Minaya...



Top