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EL ÚLTIMO REGRESO

—Madre, no quisiera
que me hundan en la tierra cuando muera,
ni que tapien mi cuerpo en oscuros pabellones,
ni que esparzan al viento mis cenizas,
ni me arrojen al mar por la cubierta.
 
No vengo de la tierra,
no soy del polvo... y en polvo....
¿por qué he de convertirme?
No vengo del granito ni del mármol inhóspito
ni del concreto seco;
no provengo del mar ni de la pira.
 
Vengo de ti,
de la blanda carne maternal,
de la sangre amorosa y de tu llanto.
Vengo de tu inquietud,
de tus angustias,
de la inseguridad segura de tus días,
vengo de la verdad de tu existencia.
 
Ay, madre, qué será de mí
cuando ya no pueda
sostenerme en pie
ni atrapar con mis ojos el amplio derredor,
cuando todo oscurezca de repente
y ya no sienta ni el frío que me invade.
 
Aléjame la ropa y la madera,
regrésame al origen y al silencio,
regrésame a tu vientre ya dormido,
con tus manos consuma mi esperanza,
y desnudo, pequeño e indefenso...
reclámame, recógeme y desnáceme.

Del libro: La hora llena, West Virginia, USA, 2007.

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