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LA CONFESIÓN REAL

—Hacerla de rodillas no es hacerla.
¿De qué sirve si Dios escucha a solas?
No hay confesión real si algo se oculta
bajo el ala secreta del secreto.
 
Con estruendosa voz suéltate ahora,
desbroza de una vez la telaraña,
di si a alguno robaste alguna cosa
o te nombró el pecado de la usura.
 
...si la carne llamó, y tú seguiste
su onceno mandamiento, si mentiste,
si engañaste, si heriste, si humillaste;
 
Pero dilo en voz alta, sepan todos
los infiernos que tú lo hiciste, sientan
el vendaval que emane de tu boca...
 
Echa fuera el silencio y el misterio,
haz que fluya tu río, nada ocultes
y por siempre libérate, ¡libérate!

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