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PASAJE GAUCHO

El gaucho con su caballo
conversaba entre las breñas:
—¿Que no te acuerdas, acaso,
el nombre de la mozuela
que dejé afligida en Tula
a que esperase mi vuelta?
¡Válame Dios!, que tampoco
me acuerdo del nombre della,
aunque por ley es mi esposa
y es mi deber acorrerla.-
El potro no respondía,
ni tampoco respondiera
aqueste requerimiento
si bien llevadas las cuentas
supiera cuántas esposas
el buen charlatán hubiera.
Enojóse mucho el gaucho
al no recibir respuesta.
Encolerizose, digo,
que enojarse es poca cuenta,
y al punto le dijo al potro,
cogiéndolo por las riendas:
—¡Morirás, caballo malo,
pa’ que los nombres te apriendas!

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