#Españoles #Madrileños #SigloXVI #SigloXVII
Querido manso mío, que venistes por sal mil veces junto aquella ro… y en mi grosera mano vuestra boca y vuestra lengua de clavel pusiste… ¿por qué montañas ásperas subistes
Que otras veces amé negar no puedo… pero entonces amor tomó conmigo la espada negra, como diestro amig… señalando los golpes en el miedo. Mas esta vez que batallando quedo,
Versos de amor, conceptos esparcid… engendrados del alma en mis cuidad… partos de mis sentidos abrasados, con más dolor que libertad nacidos… expósitos al mundo, en que perdido…
En tanto que el hoyo cavan a donde la cruz asienten, en que el Cordero levanten figurado por la sierpe, aquella ropa inconsútil
Dulce Señor, mis vanos pensamient… fundados en el viento me acometen, pero por más que mi quietud inquie… no podrán derribar tus fundamentos… No porque de mi parte mis intentos
Pobre barquilla mía, entre peñascos rota, sin velas desvelada, y entre las olas sola: ¿Adónde vas perdida?
¿Qué tengo yo que mi amistad procu… ¿Qué interés se te sigue, Jesús m… que a mi puerta cubierto de rocío pasas las noches del invierno escu… ¡Oh cuánto fueron mis entrañas dur…
La tarde se escurecía entre la una y las dos, que viendo que el Sol se muere, se vistió de luto el sol. Tinieblas cubren los aires,
Las pajas del pesebre, niño de Belén, hoy son flores y rosas, mañana serán hiel. Lloráis entre las pajas
Suelta mi manso, mayoral extraño, pues otro tienes de tu igual decor… deja la prenda que en el alma ador… perdida por tu bien y por mi daño. Ponle su esquila de labrado estaño…
La Niña a quien dijo el Ángel que estaba de gracia llena, cuando de ser de Dios madre le trujo tan altas nuevas, ya le mira en un pesebre,
¡Oh libertad preciosa, no comparada al oro ni al bien mayor de la espaciosa t… Más rica y más gozosa que el precioso tesoro
Yo dije siempre, y lo diré, y lo d… que es la amistad el bien mayor hu… mas ¿qué español, qué griego, qué… nos ha de dar este perfeto amigo? Alabo, reverencio, amo, bendigo
«—¿Apartaste, ingrata Filis, del amor que me mostrabas para ponerlo en aquel que pensando en ti se enfada? ¡Plegue a Dios no te arrepientas
El lastimado Belardo con los celos de su ausencia a la hermosísima Filis humildemente se queja. «—¡Ay, dice, señora mía,