Bienvenida al Hogar
Con flores en las puertas y luz en el portal,
preparo cada esquina con detalles de cristal.
Hay melodías suaves que acarician el jardín,
y en cada libro abierto, un camino hacia ti.
En la mesa, el aroma de pan recién horneado,
y en las tazas, el té con miel está esperando.
Las cortinas sonríen al bailar con la brisa,
mientras el sol dibuja historias en tu camisa.
Busca entre las paredes mensajes de color,
versos en los espejos, secretos en el reloj.
Bajo el mantel, susurros; en los jarrones, un verso,
y en las noches serenas, mi voz será tu abrazo terso.
Al caer la tarde, cuando el cielo se pinte de anaranjado,
te ofreceré silencios que hablen de lo soñado.
Bajo las sábanas blancas, guardo risas y promesas,
y en cada esquina oscura, velas con dulces premisas.
No habrá recuerdos tristes ni lágrimas al pasar,
solo huellas de baile y canciones al volar.
Tus manos encontrarán calor en cada hueco,
y en mi pecho, un refugio donde latimos en tiempo.
Si la noche es fría, juntos armaremos un fuego,
mientras cuento las estrellas que se asoman a tu pelo.
Habrá mañanas lentas con mermelada y pan tostado,
y tardes de aventuras con el viento de tu lado.
Ven, que en este espacio no existe la prisa,
solo versos sencillos y rutas improvisadas.
Aquí, tu nombre brilla más que cualquier lucero,
y mi alma es un mapa donde eres el sendero.
—Luis Barreda/LAB